Investigación con roedores publicada recientemente, alerta respecto de cómo opera este órgano en situaciones de amenaza que pueden ser controladas.
Aunque para algunas personas sea complejo de comprenderlo, lo cierto es que nuestro cerebro puede darnos una mano cuando sentimos miedo. Así lo reveló una investigación a cargo de un equipo de científicos que logró descubrir los mecanismos de este vital órgano que permiten a los animales suprimir las respuestas instintivas de esta incómoda sensación.
Un hallazgo que puede resultar muy útil, dado que incluso podría contribuir al desarrollo de terapias para tratar el trastorno por estrés postraumático (TEPT), además de la ansiedad, revela un artículo de DW apuntando al trabajo liderado por investigadores del Centro Sainsbury Wellcome (SWC) de University College de Londres, que publicó recientemente revista Science.
«Los seres humanos nacemos con reacciones instintivas de miedo, por ejemplo, ante ruidos fuertes u objetos que se acercan rápidamente», revela Sara Mederos, investigadora del SWC y una de las autoras del estudio.
Podemos anular el miedo a través de la experiencia
Sin embargo, complementa, “podemos anular estas respuestas instintivas a través de la experiencia, como cuando los niños aprenden a disfrutar de los fuegos artificiales en lugar de temer a su estruendo”.
Respecto de una de las motivaciones de este trabajo, Mederos comentó que una de las inquietudes planteadas, era “entender los mecanismos cerebrales que subyacen a estas formas de aprendizaje».
Por lo que en la indagatoria acerca del mecanismo que permite suprimir respuestas ante amenazas, se apeló a ratones a los que se estudió presentándoles una sombra en expansión que imitaba a un depredador aéreo acercándose a ellos.
Inicialmente, los roedores optaron por buscar refugio ante este supuesto peligro visual que los acechaba, pero luego de varias exposiciones y ante la evidencia de la ausencia de un peligro real, aprendieron a permanecer tranquilos, desestimando escapar.
Esta reacción, proporcionó a los investigadores un modelo de estudiar de la supresión de las respuestas de miedo.
El fundamental rol del Núcleo Geniculado Ventrolateral
Indagaciones previas permitieron constatar la existencia de una zona del cerebro llamada Núcleo Geniculado Ventrolateral (vLGN), que justamente puede suprimir estas reacciones de miedo mientras se encuentra activa, además de abrir la posibilidad de rastrear el conocimiento de experiencias anteriores de amenaza.
Esta estructura, también recibe información de zonas visuales de la corteza cerebral, lo que motivó a los científicos a estudiar si esta vía neuronal podía cumplir un papel en el aprendizaje de no sentir temor ante una amenaza visual.
Y en este proceso, se descubrieron dos puntos clave.
Uno de ellos apunta a regiones específicas del córtex visual que resultan esenciales para el aprendizaje, mientras que el vLGN guarda estos recuerdos inducidos justamente por este ejercicio.
«Descubrimos que los animales no aprendían a suprimir sus respuestas de miedo cuando se inactivaban áreas visuales corticales específicas. Sin embargo, una vez que los animales ya habían aprendido a dejar de escapar, la corteza cerebral ya no era necesaria», reveló Mederos.
Imagen referencial: Captura History Latinoamérica