3 escenas que amo de Orgullo y Prejuicio

Orgullo y Prejuicio
Compartir en:

La adaptación que llevó a la pantalla grande el director inglés Joe Wright de Orgullo y Prejuicio, la novela de Jane Austen, sigue estando presente en miles de corazones. ¿Por qué?

Razones hay muchas. La elección del elenco, perfecta. La preocupación por el vestuario, sobre todo me atrevería a decir el de ella, el de Elizabeth. El soundtrack. Las locaciones, el hogar de los Bennet, del señor Darcy . Sí, podríamos hablar de todo eso, pero hoy quisiera centrarme en tres escenas de la película que reflejan toda la sutileza que hay en ella.
(Ver: Netflix prepara nueva adaptación de «Orgullo y Prejuicio»)


La mano
Lizzy va a ver a su hermana, que tuvo la mala o buena suerte de resfriarse en la casa de mister Bingley. Cuando Jane por fin se recupera, ellas emprenden el regreso. Afuera, su carruaje las espera. Mister Darcy ayuda a Elizabeth a subir. Por primera vez sus manos se tocan.

Gira rápido, camina, una parte de él sabe que esto es real, que la ama. Abre su mano, como no queriendo reconocer lo que le pasa, o quizás es un movimiento involuntario provocado por la electricidad que acaba de sentir. Quién diría que ese movimiento, esa flexión de mano fue improvisada por Matthew Macfadyen, que en realidad nunca fue parte del guión.


Bajo la lluvia
Muchos podrían decir que esto se ha visto varias veces en el cine, dos amantes, o casi amantes, o con la esperanza de serlo algún día, discutiendo o besándose bajo la lluvia, y sí, yo diría lo mismo. Ejemplos sobran, Grandes Esperanzas, El diario de Noa, Match Point, etc. En este caso, hay una serie de detalles que creo la hacen distinta. El tono en que parte el diálogo, él la asusta sin querer.

Luego esa declaración poco afortunada del señor Darcy, la respuesta seca de miss Elizabeth. La incomodidad de ambos va escalando, discuten, llegan al punto más alto, de mayor tensión. Ahí lo clásico hubiese sido cerrar con un beso, pero… Él con su pelo mojado, con esa mirada que solo el señor Darcy tiene, se queda, se queda, uno frente al otro.

Recuerdo mi frustración al ver esta escena, ahora con el tiempo siento que el que no se besaran, la lleva a otro nivel.

En la casa del señor Darcy
Elizabeth y sus tíos son invitados a la casa del señor Darcy. Él está con Georgiana, su hermana, escuchándola tocar. Vaya, toca bastante bien. Georgiana, al ver a los invitados se detiene. Ahí nos podemos dar cuenta de lo dulce que es el señor Darcy, cómo le habla a su hermana, y ese hermoso piano forte, un regalo de él.

Georgiana le dice a Elizabeth que su hermano le ha hablado mucho de ella. Él, lejos de estar enojado con ella, aún la ama. Lizzy, en algún momento tira un chistecito acerca de lo mal que ella toca el piano. El señor Darcy, por primera vez sonríe, adoré esa parte. Ya me estaba asustando de que no tuviese sentido del humor, lo que sería muy raro siendo inglés.

Sé que este detalle parece menor, al lado de las dos escenas anteriores, pero para mí no. Esa sonrisa y lo dulce que es con su hermana, le entregan otra dimensión al personaje.


Me disculpo si a alguna escena le quité o agregué algún detalle, no lo sé. Hace tiempo que no veo la película. La vi tantas veces, que sabía exactamente qué escena venía después, y sobre todo, mi corazón no estaba latiendo con la fuerza que debía en ciertas partes.
Eso me preocupó. Por ello, estoy esperando algunos años para volver a emocionarme con una de las más bellas historias de amor.



Por Mariana Vega.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *