El regreso de la fotografía análoga: entre la nostalgia y la autenticidad

El regreso de la fotografía análoga: entre la nostalgia y la autenticidad Image by rawpixel.com on Freepik
Compartir en:

En plena era digital, las cámaras de rollo y los carretes vuelven a ser protagonistas. Pero con este renacer también aparecen nuevos desafíos: conseguir suministros, revelar fotos y volver a vivir la espera

En tiempos donde todo ocurre en automático y las imágenes nacen para ser compartidas al instante, el regreso de la fotografía análoga parece un acto de resistencia. Como si, entre tantos filtros, megapixeles y likes, hubiera una necesidad profunda de volver a lo esencial: apretar el obturador, cruzar los dedos y esperar.

No es solo nostalgia. El auge de la fotografía análoga responde a una tendencia que busca reconectar con lo tangible, con lo imperfecto y lo artesanal. Cada disparo es un acto consciente. No hay pantallas, no hay segundas oportunidades. Y quizás ahí está su magia: en el misterio de no saber cómo quedó la foto hasta tener el negativo revelado en las manos.

vista lateral hombre borroso desarrollando fotos
Image by freepik

Una moda que atraviesa generaciones

Aunque muchos asocian las cámaras análogas a generaciones mayores, la realidad es que su regreso ha sido impulsado principalmente por jóvenes y adolescentes que no crecieron con ellas. Plataformas como TikTok e Instagram están llenas de reels y cuentas dedicadas a compartir tips, rolls revelados y consejos para principiantes.

En Chile, cuentas de instagram como @fotografica_chile (que además, se dedican al revelado de rollos) y comunidades de fotografía en Reddit o Discord demuestran el entusiasmo por volver a disparar en film. Y no solo con las clásicas SLR de los 70 y 80, sino también con cámaras point & shoot de los 90, como la famosa Olympus MJU o la Contax T2.

Marcas como Kodak, Fujifilm e Ilford han reportado un alza en la demanda de rollos. Kodak incluso tuvo que volver a contratar trabajadores para aumentar la producción. Pero ese mismo éxito también ha traído consecuencias inesperadas.

Carretes agotados y laboratorios colapsados

Con el auge de la fotografía análoga, también ha resurgido un problema: el acceso. En ciudades como Santiago, Valparaíso o Concepción, encontrar rollos puede ser una odisea. Y los precios han subido significativamente. Lo que antes era un pasatiempo barato, hoy puede convertirse en un lujo.

Un rollo Kodak ColorPlus 200, que hace unos años costaba 3.000 pesos, hoy supera los 10.000 en algunas tiendas especializadas. Revelar y escanear puede costar entre 6.000 y 15.000 pesos, dependiendo del laboratorio.

También está el tema del tiempo. Con tantos nuevos adeptos, algunos laboratorios han debido extender sus plazos de entrega. Lo que antes tomaba 3 días, ahora puede demorar una semana o más. Y eso si encuentras un lugar que aún lo haga.

En muchas regiones de Chile ya no hay laboratorios que trabajen con film, y los aficionados deben enviar sus rollos por encomienda a Santiago o Valparaíso. Allí, lugares como «El Revelado», «FilmLab», «Carmencita Film Lab» o el taller de @peliculistas han ganado notoriedad por mantener viva la experiencia analógica.

No solo una moda pasajera

Algunos podrían pensar que este regreso es solo una moda. Pero hay razones para creer que va más allá. En un mundo sobreexpuesto a lo inmediato, la fotografía análoga propone una pausa. Obliga a mirar con más cuidado, a valorar cada imagen, a editar con el ojo antes que con un software.

Fotógrafos contemporáneos como Willem Verbeeck, Joe Greer o la chilena Rocío Aguirre han ganado visibilidad justamente por apostar por el film como medio de expresión. Y en el cine también ocurre algo similar: directores como Christopher Nolan, Greta Gerwig y Quentin Tarantino han defendido el uso del celuloide frente al avance digital.

Una experiencia que va más allá de la imagen

El boom de la fotografía análoga también tiene que ver con una experiencia sensorial. Cargar el rollo, avanzar la película manualmente, escuchar el clic del obturador. Hay un placer casi ritual en ese proceso, en contraposición con el scroll infinito.

Y es que, en tiempos donde la inmediatez lo gobierna todo, elegir lo lento, lo imperfecto y lo impredecible, es un acto valiente. Revelar fotos no es solo obtener imágenes: es revivir momentos desde otra óptica, muchas veces con sorpresas, desenfoques o encuadres que la perfección digital nunca permitiría.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *