Practicar trekking es parte de las opciones que ofrece la Región Metropolitana para romper la a veces agotadora rutina en medio de un día a día que parece consumirnos, lo que bien sabe un amante de esta práctica que en diálogo con Terciopelo revela cómo se adentró en ella.
El trekking es una actividad acerca de la que seguramente muchos han escuchado, aunque tal vez existen quienes no comprenden cabalmente de qué se trata. Por las dudas, y por si alguien se aventura con ella, Reinaldo Avello nos comenta cómo se convirtió en un amante del trekking, que practica acompañado en plena Región Metropolitana.
“Santiago es una ciudad Cordillerana, y desde que la entendí de esa forma, impactó mi vida de muchas maneras”, relata en el inicio de su diálogo con Terciopelo. Contexto en el que detalla cómo se empezó a familiarizar con este particular tipo de caminatas al aire libre, que practica desde hace ya más de una década.
Al recorrerla, y al mirar desde cualquier punto, complementa, están ahí su cumbres como guía. “Porque una vez que has subido a algunas de ellas y empiezas a conocer sus nombres, tu relación con el paisaje cambia”, admite al tiempo que sincera que él se empezó a involucrar con el trekking, “quizás algo tarde, en mis 30 y tantos”.
El trekking, agrega, “no es otra cosa que adentrarte en una larga caminata por terrenos naturales, ya sean bosques, montañas” y otros lugares.
Respecto de su génesis en él, comenta cómo fue esta y cuál era la inquietud que lo llevaría a aventurarse a abandonar su cotidiano para abrirse a otro tipo de panoramas. “Partí con mi pareja, en la búsqueda de una actividad que nos sacara de un sentimiento de abulia en que se estaba convirtiendo la rutina de ‘vida de adulto’, y lo que fuimos encontrando fue mucho más” que eso, revela.
Según comenta Reinaldo, lo primero con lo que se sorprendieron fue con «la sensación de aventura, aunque fuese una salida por el día, en algunos de los cerros más bajos y cercanos a Santiago, igual la experiencia ofrecía varias satisfacciones, encontrarte con ese aparente silencio donde empiezas a escuchar el sonido del viento, de las aves, la conexión que vas paulatinamente logrando con tu propio cuerpo, la belleza de la vegetación, las montañas, y un esfuerzo que siempre es recompensado».

Hay «bosques de una belleza que parece salida de mundos de fantasía»
Porque el trekking, cuenta, «puede resultar exigente cuando te propones adentrarte a mayores alturas o distancias».
Tanto así que, entre las demandas están, desglosa, “levantarte muy temprano para aprovechar las primeras horas de luz”, a lo que se adiciona que “tanto el frío como el calor, pueden llevarte a pasar momentos complicados”, lo que requiere “estar concentrado, pues siempre hay riesgos de lesiones o accidentes, hasta en las rutas más fáciles”.
Sobre la evolución de su práctica acompañado del trekking, Avello cuenta que esta se dio de a poco. “Partimos como la mayoría, en los cerros más asequibles y visitados: el Manquehue, el Pochoco, luego La Cruz, el Minillas, el Provincia, el Carpa, etc. sin el conocimiento ni el equipo necesarios, pues al principio solo íbamos los dos con mi pareja».
Esto, cuenta, “fue antes de que se masificaran los GPS, que tan útiles nos resultan hoy, pues en esos comienzos más de una vez nos perdimos, lo que nos llevó a buscar salir con más personas. Y así fue que en ese tiempo, por Facebook, conocimos a un grupo que organizaba salidas, y allí conocimos a personas que se transformaron, al poco tiempo, en socios de aventuras”.
“De eso ya han pasado más de 15 años, algunos de esos primeros compañeros ya dejaron de salir a hacer trekking, pero nosotros con mi pareja no lo soltamos nunca más. Hemos subido cumbres y rutas con glaciares, lagunas, caídas de agua, bosques de una belleza que parece salida de mundos de fantasía, pero no, son reales, y esto también lo aprendimos”.
Aunque “tristemente” concluye, son “muy frágiles”.

Crédito imágenes: Cedidas
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