El gran libro de los humanos, según mi gato
Para Participar:
1. Sigue nuestra cuenta @terciopelocl en Instagram.
2. Busca la publicación del concurso, comenta por qué quieres ganar e invita a algún amigo a seguirnos.
3. Comparte este post en tus historias, si tu cuenta es privada, mándanos un pantallazo por mensaje para que lo podamos ver.
El sorteo será el viernes 12 de septiembre del 2025 a las 20:00 hrs y el ganador o ganadora será publicado en nuestras historias de Instagram y contactado por DM.
*Concurso válido solo para Chile*
(Ver: otros Concursos)
¡Mucha suerte!
—-
Reseña:
El gran libro de los humanos, según mi gato.
Alberto Montt lo vuelve a hacer. El ilustrador chileno-ecuatoriano, conocido por títulos como Solo necesito un gato, La conquista de los gatos y Ansiedad, regresa con una propuesta que combina ternura, sarcasmo y observación aguda en El gran libro de los humanos, según mi gato. Se trata de un volumen de 164 páginas publicado por Planeta Cómic que se lanzó el 1 de agosto de 2025 y que, como su nombre lo indica, está narrado desde la voz de un gato que se toma la molestia de explicarnos cómo somos los humanos… y lo hace con una honestidad brutal.
El libro arranca con una introducción hilarante: instrucciones de lectura que, según el narrador felino, resultan imprescindibles porque “los humanos lo necesitan todo mascadito”. Desde ese arranque se instala el tono irónico, juguetón y condescendiente de un gato que observa desde el sofá. Y aquí está la gracia: Montt nos ofrece un espejo divertido de nuestras propias costumbres, pero lo hace desde una mirada que mezcla desprecio elegante y cariño soterrado.
Las páginas se suceden como una especie de catálogo humorístico de la especie humana. Están nuestras manías más reconocibles: la compulsión de fotografiar la comida antes de probarla, la adicción a las pantallas luminosas, la necesidad de inventarnos rituales innecesarios, o esa manía por coleccionar objetos que para el gato no tienen ninguna utilidad. La sátira es constante, pero nunca amarga. Lo que podría ser un simple listado de defectos se transforma en un retrato cultural que funciona como antídoto contra la vanidad.
La crítica cultural chilena ha destacado que este libro funciona como una especie de manual ilustrado para mirarnos con distancia. Desde el portal Educa Futuro se señaló que lo más llamativo es cómo el humor sirve de puente para reconocer nuestras propias contradicciones: no nos da un golpe bajo, sino una carcajada que incomoda y alivia al mismo tiempo. Lo curioso es que, sin proponérselo de manera académica, Montt logra construir una radiografía de lo cotidiano que resulta más certera que muchos estudios sociológicos.
La propuesta visual es, como siempre en Montt, impecable. Sus trazos juegan entre lo minimalista y lo expresivo, con guiños visuales que complementan la ironía escrita. Cada ilustración es una pausa cómica que refuerza la observación. Aquí el dibujo no es un accesorio: es parte esencial de la narración. Basta con ver la expresión altiva del gato para entender que ese animal sabe perfectamente que no necesita entender a los humanos para gobernarlos.
Pero lo que realmente vuelve indispensable este libro es su combinación de humor inteligente y universalidad. Da lo mismo si eres amante de los gatos o si apenas los toleras: cualquiera que haya convivido con uno reconocerá ese gesto de superioridad, esa mirada que dice “ustedes creen que mandan, pero la casa es mía”. Desde esa premisa, la lectura se convierte en un ejercicio de autorreflexión divertido, porque cada página es un recordatorio de lo absurdos que somos como especie.
En entrevistas recientes, Montt ha explicado que los gatos son personajes perfectos para canalizar la ironía, porque no necesitan exagerar: simplemente observan. Y eso es justamente lo que ocurre en este libro. El gato narrador no inventa nada; describe lo que hacemos, y lo hace con la misma paciencia con que nos mira mientras nos enredamos con un control remoto.
Al final, El gran libro de los humanos, según mi gato no es solo un libro de humor gráfico. Es una invitación a mirarnos con menos solemnidad y con más complicidad. Es también un recordatorio de que la vida cotidiana está hecha de ridiculeces, y que quizá necesitamos un gato que nos lo diga en voz alta.
En definitiva, este es un libro para leer de un tirón, para hojear con calma o para dejar en la mesa de centro y revisitar cuando necesitemos reírnos de nosotros mismos. Alberto Montt consigue un equilibrio raro: hacer humor que entretiene, pero que también despierta una conciencia ligera. Y todo gracias a un narrador que no se inmuta, que jamás pierde la compostura y que reafirma la premisa que sostiene cada página: los humanos estamos lejos de ser tan importantes como creemos, y los gatos siempre lo han sabido.