En un llamativo periplo, Tanja pasó de su natal Europa a Argentina, para luego radicarse en Chile, específicamente en el sur, desde donde trabaja junto a su marido en una compañía de teatro, además de liderar algunos proyectos musicales como flautista.
Tanja von Arx es una artista nacida en Suiza que, desde hace algunos años, se encuentra instalada en el sur del país, desde donde lidera un colectivo de teatro llamado “La Compañía Imaginaria”.
Cuál es su proyecto artístico, cómo transcurre su vida en el sur de nuestro país, y cómo se siente viviendo en Chile, es lo que conversó en entrevista con Terciopelo.
“Llegué a Sudamérica en el año 1995, a través de un proyecto de mi escuela de música en Suiza, soy flautista. Eran como seis meses al comienzo, y me mandaron a recorrer y a trabajar en proyectos de orquesta sociales, haciendo capacitación para docentes en las orquestas, y donando instrumentos a través de nuestro nuestra red de orquestas en Suiza, para hacer esa vinculación y hacer llegar instrumentos, por un lado, y capacitación por el otro”, detalla Tanja en medio de su diálogo con nuestro medio.
En ese momento, recuerda Tanja, recorrió Venezuela, Colombia Bolivia, Perú, y después en uno de los proyectos, comenta, conoció a quien fue el papá de sus hijos, que es argentino. “Volví a Suiza, trabajé ahí, decidí en el 95’ migrar a Argentina, donde viví más de 20 años en el noroeste argentino. Y es en Argentina que como que se traslada mi carrera como flautista, y empiezo a hacer camino en Sudamérica”, relata.
“En Argentina he participado con orquestas como solista, fui directora de las licenciaturas de música en una universidad en La Rioja, he tenido conjuntos de cámara estables tanto en Suiza, que todavía funciona, y en Argentina, donde también funciona todavía. En Suiza es Nord Trio, y en Argentina es Urdimbre Dúo, sobre todo mi formación más estable (fue) con Urdimbre Dúo, junto a Natalia González Figueroa”, destaca.
Tanja y su carrera musical
“Tenemos un disco grabado, a su vez tengo varios discos grabados como flautista independiente también, flautista solista. Y siempre he hecho un trabajo sobre todo como docente y formadora de música, y como soy animadora sociocultural también (me desarrollo) mucho desde la animación sociocultural”, cuenta luego Tanja.
En el año 2015, detalla, se abre a otras opciones en este lado de América. “Entro a trabajar en Chile con un proyecto que es como mi primera llegada con La Compañía Imaginaria, desde el año 2015 como parte en una obra sobre el proceso de chilenización y qué significa ser aimara hoy en territorio chileno, fue mi primera incursión laboral en Chile”, dice.
“A nivel musical, mis actividades y mi carrera en los últimos más de 20 años fueron y han estado muy fuertemente enfocados, por un lado en Argentina, con extensiones y giras hacia Paraguay, vinculación con universidades en Brasil, y después, con mi llegada a Chile en el año 2017, empiezo a trabajar también acá en proyectos, pero sobre todo porque al comienzo no tenía trabajo como música. O sea, seguía teniendo trabajo como música, pero vinculada con Argentina, acá en Chile no me salía trabajo, y los que sí me acogieron súper amablemente y me abrieron todas sus puertas, eran los teatreros”, revela Tanja aludiendo al momento en que se reinventó artísticamente.
Pero en las artes escénicas, complementa, “y especialmente en el teatro en todos sus montajes, siempre en algún momento aparece la música también. Entonces empecé a trabajar mucho más fuertemente porque fue donde tenía trabajo, en nuestra compañía de teatro”.
«El director es mi marido, es el dramaturgo y director, se llama La Compañía Imaginaria, e hicimos un giro grande, sobre todo a partir del año 2017, sobre la figura del músico, actor o actor músico, lenguaje mezclado donde el actor se involucra con los músicos y los músicos empiezan a actuar”, explica.
Entonces, dice luego Tanja, “desde el nivel musical mi carrera ha sido en los últimos 20 y tantos años repartidos entre entre Argentina, Brasil sobre todo, y Europa, de donde soy oriunda, y sigo teniendo mi formación de música de cámara, y voy a dar conciertos y clases regularmente”.

Las múltiples facetas de Tanja
Siguiendo con su relato, la artista suiza cuenta que, en Chile, su “actividad musical durante desde el 2017, hasta la fecha, en realidad ha sido en gran parte como docente, profesora de flauta o directora de orquesta de cámara, pero fuertemente enfocado desde la dirección musical en teatro con músicos actores”.
“Y recién este año, tengo la cátedra de flauta traversa en la casona en Panguipulli, soy la directora. Concursé en marzo y tengo el cargo titular de la Orquesta infantil juvenil en Máfil, en la Región de los Ríos. Y están empezando a aparecer también proyecciones a nivel musical”, agrega Tanja.
Adicionalmente, es parte de “un dúo que se llama Les Voisines, que quiere decir ‘las vecinas’ en francés, con Alexandra Aubert, una pianista francesa que hace muchos años también está radicada acá en Chile”.
Pero entre sus múltiples actividades, también destacan otras. Así lo detalla Tanja. “Hace poco estuve una semana como parte de los músicos en el Teatro del Lago en Frutillar, esos son trabajos más desde la música, y a su vez tengo una pata muy fuerte en nuestra compañía de teatro, que tiene varios montajes y varias obras en circulación y ahí se combina actuación con música, y trabajamos con un compositor, que es Fernando Muslera”, cuenta desde la multifuncionalidad con la que asume su carrera artística.
Toda la “música de la compañía está compuesta y/o adaptada para nuestra compañía de teatro”, sostiene respecto del trabajo que hace en este ámbito.
Específicamente La Compañía Imaginaria, cuenta Tanja, trabaja bajo dos modalidades. “Por un lado, trabajamos proyectos de creación que se postulan a fondos que nos permiten montar obras que nos interesan. Y la otra modalidad (está vinculada a) los proyectos que tienen que ver, por ejemplo, con difusión científica”, explica.
La Compañía Imaginaria de Tanja, híbrido entre músicos y actores
Por ejemplo, dice Tanja, “nos contrataron desde un proyecto de la misma Universidad Austral de Chile. Y después también tenemos proyectos que autofinanciamos, porque creemos que son importantes y como somos un híbrido entre actores y músicos, nos pasa mucho que desde las postulaciones a fondos de creaciones escénica, no encajamos y nos dan de baja diciendo que eso es más música. O que postulemos la parte actoral, a la parte de artes escénicas, y la parte musical a la parte de música, o sea, dos, tres o cuatro fondos, y no nos da el cuero tampoco”.
Entonces, revela, “esos proyectos más complejos en general los autofinanciamos, porque es agotador postular y no encajar… como que nunca encajamos”.
Y después, ilustra Tanja, “tenemos todas las figuras legales que hay que tener (…) para poder movernos en diferentes formatos y lograr financiamiento y ley de donación cultural para algunas itinerancias, giras y producción de artes escénicas. Así vamos generando ventanas y espacios que nos permiten circular y girar también con nuestros montajes, y mostrar nuestros trabajos”.
En general, desglosa, “en los trabajos tenemos dos formas: el concierto escénico, que es básicamente un concierto con puesta en escena”, y por otro lado, “las obras teatrales con diferentes temáticas, tenemos medioambientales, sobre la salud, con contenido científico, sobre los valores ancestrales”.
“Después tenemos otro, que es más bien autobiográfico, sobre mi vida, habla mucho sobre toda la formación de un músico clásico, y qué es lo que eso implica académicamente también”, además de “la figura de la mujer en la música clásica”, dice Tanja.
En consecuencia, resume, “tenemos diferentes formatos, diferentes montajes, en general siempre hacemos teatro contemporáneo. Rompemos la cuarta pared, quiere decir que no hacemos de cuenta que el público no está, sino que en varios partes interactuamos con el público».
“Hay algunas obras que son codramaturgia entre Yerko Tolić, que es el director y dramaturgo, conmigo, y otras son directamente de Yerko, pero todas las obras son nuestras, están inscritas, protegidas intelectualmente, toda la música es original nuestra y está protegida. Así que tratamos de darle también seriedad y la proyección que eso amerita, porque hay mucho trabajo por detrás también”, cuenta explicando parte de la operativa del colectivo artístico.
La vida en Valdivia de Tanja
Consultada acerca de qué la motivó a instalarse en territorio nacional, Tanja alude a más de una razón tras esta decisión.
“¿Por qué decidí quedarme en Chile? Mi marido es chileno y él quería volver a Chile, es de Santiago. Yo siempre viví y crecí en el campo, y no iba a vivir en Santiago, no resisto vivir en una ciudad grande”, sincera.
Entonces, cuenta a Terciopelo, «entre toda la familia recorrimos desde Copiapó hasta Chile para ver dónde nos anclábamos para vivir, porque trabajo no teníamos acá cuando mi marido toma la decisión de volver a Chile. Nosotros nos conocimos trabajando en Argentina, y había tres votos para Valdivia que eran de nuestros hijos y Yerko. Yo voté por Chiloé… ganó Valdivia”.
“Y nos vinimos a radicar para, por un lado, montar obras (hemos montado obras acá), por el otro lado, para formar músicos, actores y actores que son, de hecho, hoy en día todos los integrantes de la compañía fueron formados por Yerko Tolich, que es actor, dramaturgo y el director de la compañía. Y por mí, los músicos actores”, revela.
Ese trabajo se hace desde la compañía, complementa. «Se forman los actores y los músicos actores para poder hacer escénicamente lo que se requieren hacer. Y claro, así fue también como llegamos una vez a vivir a Valdivia, a radicarnos en el año 2017″, relata.
Qué disfruta de esta tercera patria que la acogió, es otra consulta que le hacemos. Y a la que Tanja contesta transparentando tanto lo bueno como lo no tan positivo. «De Chile me encantan los entornos, la naturaleza, los paisajes, me fascina. Es un país muy lindo, es precioso, con mucha diversidad. Es muy angosto y muy largo, lo cual lo vuelve muy variado”, cuenta.
“Sí me costó mucho a nivel humano insertarme, recién ahora después de siete u ocho años, logré, por un lado, entender cómo funciona Chile, que parece que no, pero esa cordillera que separa Argentina de Chile es enorme, y culturalmente la Argentina y Chile son muy, muy opuestos”.

La diferencia entre Chile y Argentina, según Tanja
“El argentino es mucho más italiano y europeo en cuanto a decir las cosas que piensa, decirlo frontalmente en la cara, poder tener una conversación y una discusión y aclarar las cosas”, nos comenta.
Pero, “en cambio, en Chile es mucho más todo por atrás. En general no sé muy bien cómo tengo que decir las cosas para que no caigan mal. En un montón de lugares me tildan como conflictiva, simplemente porque (lo) expreso, si veo que algo funciona mal, pero siempre en pos de mejorar las cosas, pero cuesta”, asevera.
“Entonces, fue muy duro, para mí fue durísimo. Y me doy cuenta mucho cuando voy a la Argentina, como que estoy dos o tres días y me relajo, porque como que ‘ah sí, acá se puede se pueden hablar las cosas’…”, reconoce.
Pero de a poco, cuenta luego, “entendí, aprendí a callarme la boca o a ver de qué manera endulzo y suavizo lo que tengo que decir, lo cual sigue no gustándome, pero en los lugares que trabajo, por un lado me conocen y aprendieron a valorar también que se construye mejor diciendo y construyendo juntos y analizando qué es lo que no funciona, que pelando por detrás. Y, por el otro lado, cómo valorar también que una crítica en buen sentido, puede ser un aporte”.
“Entonces, desde los lugares que trabajo en este momento, donde hace mucho estoy, funciona súper bien, y como que entre que yo aprendí cómo expresar las cosas, y ellos aprendieron que soy loca, así digo las cosas nomás. Estoy mejor, pero sí me costó, me cortó terriblemente, y hasta el día de hoy, o sea mi lugar de refugio sin lugar a dudas, y donde yo me siento bien y me puedo relajar es en Argentina”, reconoce.
Pero estoy empezando, recalca satisfecha de lo logrado hasta ahora. “Hace más o menos un año que siento que ya no sufro tanto estando acá, como que estoy encontrándole la vuelta”, admite aludiendo a esta compleja adaptación.
Su inquebrantable vínculo con Suiza
Respecto de Suiza, cuando le preguntamos por su tierra natal la voz de Tanja evidencia cuánto la moviliza esta. “Qué tema, a los que migramos siempre se nos parte el corazoncito. Y yo tengo una doble migración, tengo una de Suiza en su momento a la Argentina, que fue muy grande, además fue en una época donde todavía no había WhatsApp, no había Skype, entonces como que las distancias eran mucho más grandes. Pero uno aprende también. Por un lado, formé mi familia, tuve mis hijos en Argentina, crecieron y el argentino es muy familiero, muy, muy”, cuenta dejando claro lo relevante que ha sido el país vecino en su vida.
“Tenía mi red de amigos, como que armé familia en la Argentina, lo cual también me hizo anclarme. Y claro, tengo muchas raíces en la Argentina… cuando migré hacia Chile sentí el destierro mucho más que desde Suiza a la Argentina, porque igual yo viví en mucho tiempo, crecí en la frontera con Italia en Suiza, y estudié en la Suiza francesa”, nos comparte.
Entonces, agrega Tanja, “esa vinculación, o la manera a la italiana y la familia italiana la conocía de chica”, por lo que “el salto de Suiza a la Argentina no era tan grande, pero sí era enorme el salto de la Argentina a Chile, que me costó horrores, me costó muchísimo”.
“Y Suiza extraño, tengo mi hija ahí, mis nietos, mis viejos, mi hermana, es el lugar donde yo crecí, estudié, me formé, es hermosa Suiza”, nos comenta orgullosa de su origen.
“En ese sentido, me encuentro muy bien acá en el sur porque donde vivo en Máfil, es zona de campo con loma suaves, verde, bosques, muy parecido a Suiza. Y en Panguipulli, donde trabajo, también. Lo único que te desdibuja y evidencia que no es Suiza, son sobre todo los volcanes, que en Suiza no tenemos”, sostiene Tanja.
Pero, dice, “sí está la cordillera, que son como los alpes, entonces entre los lagos, los ríos, los bosques, es muy parecido y me siento súper bien. Como que me encuentro mucho en este entorno natural que hace también que extrañe menos Suiza”.
“Y viajo. Por mi música y mis proyectos, y porque tengo mi familia, viajo y estoy un tiempo o me vienen a visitar también”, nos cuenta.
Chile y su enorme potencial cultural
Luego, cuando le consultamos a Tanja qué potencial cultural le ve a nuestro país, es categórica. “Chile tiene un enorme potencial cultural, es tremendo, desde la música, la danza, la pintura, la literatura, la poesía, lo que tiene como todos los países latinoamericanos, igual en Europa está cambiando también, pero sobre todo en Latinoamérica, es hacer arte y cultura desde la precariedad”, destaca.
“Lo cual nos obliga, y puede llegar a ser una ventaja, a ser muy creativos, muy creativos. Pero claro, uno también está muy vulnerable porque es difícil vivir del arte en Sudamérica en general, no solamente en Chile”, admite.
Porque además, dice, “hay pocos fondos”, aunque en ese sentido “igual Chile tiene el privilegio, entre paréntesis, de tener los fondos postulables, los Fondart, pero son concursables, son pocos los dineros y los fondos que hay, y son muchísimos los artistas que postulan”.
Y encima, cuenta Tanja, “las postulaciones se volvieron por manejo fraudulento, estafas, etcétera, cada vez más complejas, entonces pasamos a ser administrativos de recursos para el arte, más que creadores del arte porque postular a un fondo para adjudicárselo es un trabajo mínimo de un mes no remunerado”.
“Y los fondos son tan chiquititos que si pretendemos ejecutar de manera correcta ese fondo, con suerte llegamos a cobrar $3.000 o $4.000 por hora, si es que. Y, en general, terminamos poniendo plata”, sostiene desnudando la complejidad de hacer arte en nuestro territorio.
Eso habla mucho, recalca Tanja, “de la precariedad, de las situaciones y de los entornos desde los cuales se hace arte en Sudamérica, y Chile no está exento, es la misma lógica”.
“Pero talento hay, hay muchos jóvenes increíbles, hay mucha renovación, hay mucho profesionalismo”, releva Tanja a renglón seguido.
Pero, agrega, “falta, en muchos campos cada vez hay más oportunidades, pero la generación del medio, ahí faltan grandes maestros muchas veces, faltan muy buenas y sólidas escuelas, entonces si un artista quiere hacer la diferencia, puede hacer su pregrado acá, pero después indefectiblemente tiene que volar, o a Europa, a Estados Unidos, o a Asia y darse una vuelta para entrar en ese mundo más exigente, refinarse más, dar la vuelta de tuerca, consumir arte, ver cosas”.
“Y esa es una enorme dificultad también, porque para muchos no es algo tan accesible. Y sí, claramente para esas instancias ayuda también el Fondart. Y las Becas Chile, hay maneras de postular para ir afuera a capacitarse, pero es definitivamente acá, sobre todo saliendo de Santiago, en el interior faltan equipos y lugares de capacitación en el arte para iluminación, para sonido, para artes escénicas, para producción, para gestión cultural”, complementa Tanja.
Después en lo profesional directamente, ilustra, “para bailarines, para actores, para músicos. Y claro, en algún momento, tienen que volar para capacitarse afuera, y ojalá volver a aportar”.

Mama Choclo
“Y entre toda su demanda laboral, aparecer Mama Choclo, proyecto que ella misma presenta. «Es una es una de las obras nuestras autofinanciadas. Nunca nos la financiaron, justamente por lo mismo. Originalmente Mama Cholo tiene, por una cuestión de economía y de sobrevivencia, dos formatos”, detalla Tanja.
Y en su desglose, nos cuenta que “el formato original es con orquesta infanto-juvenil, y un actor narrador-titiritero, una actriz música, y un conjunto de música de cámara, que después se convirtió en tres actores músicos en una etapa posterior, y un narrador-titiritero en su versión cámara sin orquesta”.
“Porque hay que itinerar las obras y como compañía uno tiene que poder subsistir, también”, agrega.
Entonces, dice luego Tanja, “era muy difícil gestionar proyectos grandes con orquestas, con tres músicos además de la orquesta, con un actor, por lo cual se tomó esa decisión de dividirla en dos formatos, Mama Cholo con orquesta, Mama Cholo como compañía con músicos actores”.
Proyecto que atraviesa por un expectante y presente. “Nos adjudicamos la gira, hace tres semanas ganamos la gira internacional, en noviembre vamos a estar en el Festival de Guaguas de Maíz, en Ecuador, y vamos a tener una temporada en una sala de teatro, también en Ecuador de funciones con Mama Choclo”, detalla Tanja.
“Y en este momento estamos postulando Mama Choclo a la gira nacional para el año 2026”, revela.
Los valores de Mama Choclo
Específicamente, transparenta Tanja, “Mama Cholo es una obra que nace desde un taller que dimos. Y como la relevancia del maíz en Sudamérica… reflexionamos con mi marido porque yo trabajo mucho en Bolivia, en Perú, él vivió en Arica muchos años con mucho contacto con la comunidad aimara. Y como el choclo es un alimento fundamental, súper importante, muy relevante en todas las culturas americanas, sentíamos que era súper importante hacer una obra y hablar sobre ese alimento ancestral”.
Consultada acerca de los valores que transmite Mama Cholo, Tanja cuenta que estos tienen que ver principalmente con “la empatía, la importancia de que un pueblo trabaje junto, y que cuidando el uno al otro, siempre vamos a estar mucho mejor, fortaleciéndonos como sociedad también”.
Además de destacar “la importancia de los alimentos antiguos, que vienen traspasándose de generación en generación de los saberes de los antiguos y sabios de los pueblos originarios de Sudamérica”.
“Gira mucho en torno de los valores, de los compartires, de los conocimientos antiguos y ancestrales. Y en el caso del choclo, que es específicamente un alimento que crece y que está en toda América, del norte hacia el sur”, dice convencida Tanja.
De hecho, “hasta en Tierra del Fuego se siembra choclo, uno a veces no dimensiona esos datos importantes, y esa historia como tal también nos fascinó mucho y y sentíamos que valía la pena contarla”, concluye Tanja von Arx.
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