Desde Europa llegó a nuestro país Dorian Lamotte, quien pasa parte de sus días dedicado a la docencia, apostando por el talento local en su profunda convicción de educar a través del arte de la música.
Antofagasta, 2017. Un niño, un mini aprendiz de violinista, de tan solo seis años, entra tímido a una clase magistral. Lleva solo unos meses con el violín, pero hay algo en su mirada —una mezcla de hambre de saber y audacia— que el maestro no olvida. Dorian Lamotte, solista francés invitado a tocar con la orquesta, le da una clase.
El talento es evidente, por lo que decide darle otra a distancia, por Messenger. Fue un camino sin retorno.
Ese niño, Juan José, hoy estudia violín en Suiza, gana concursos internacionales y aún recuerda con afecto sus primeras lecciones online con Dorian. Así nació el emprendimiento de Dorian Lamotte, la Lamotte Violin School, la primera escuela digital de violín fundada en Latinoamérica. Y uno de los experimentos pedagógicos musicales más singulares del continente.
De París a Talca: una elección improbable de Dorian Lamotte
Dorian Lamotte, formado en el Conservatorio de París y con una carrera como destacada en Europa y Norteamérica, con giras por Rusia y Japón, podría haber seguido el camino tradicional de las salas de concierto y la docencia de élite. Pero en 2012 decidió dejarlo todo para radicarse en Chile.
«Vi en este país una energía distinta, una posibilidad real de crear y contribuir desde la pedagogía”, dice hoy, a sus 39 años e instaladísimo en este lado de Sudamérica.
En lugar de esperar condiciones ideales, el mismo Dorian Lamotte las creó: hoy su escuela ha alcanzado a estudiantes en tres continentes, 15 países distintos, zonas extremas como la fría Magallanes o el desierto mexicano, en tres idiomas diferentes.

Una escuela sin fronteras ni permisos
Desde 2017, Dorian Lamotte y un pequeño equipo de docentes diseñaron una estructura pedagógica innovadora: más de 400 tutoriales gratuitos, cerca de 300 horas de contenido, un método organizado para 10 años de aprendizaje, además de clases online personalizadas.
Este material grabado no es un complemento de la clase presencial: es la base, explica Dorian Lamotte.
“El estudiante llega a clase con el material estudiado, y avanzamos desde ahí”. La plataforma, lanzada oficialmente en 2024, ya ha recibido más de 15.000 visitas.
“El contenido está pensado para que el estudiante pueda avanzar a su propio ritmo, con apoyo constante y ejercicios claros, sin perder la esencia del violín”, comenta el maestro. Esta flexibilidad, junto con la posibilidad de acceder a clases desde cualquier lugar, amplía enormemente la cobertura y el impacto del proyecto.
Innovar, resistir, insistir
Pero el camino no ha sido fácil. “Lo más difícil ha sido enfrentar el prejuicio: para muchos colegas, enseñar violín online era una herejía”, reconoce. Sin embargo, el destino quiso que la pandemia ayudara a popularizar el aprendizaje online y poco a poco a avanzar, legitimando el formato. La
ventaja del maestro Dorian Lamotte residía en que había comenzado mucho antes, casi en solitario. Y esa experiencia es hoy un valioso aporte.
Actualmente sus estudiantes —algunos sin acceso a conservatorios, otros compatibilizando con carreras como medicina— progresan con una rigurosidad que desarma a los escépticos. Y lo más simbólico: exalumnos se convierten en docentes que usan su mismo método en nuevos territorios.
Nicolás Antiñanco es uno de ellos. Llegó el 2018 a tomar clases de manera remota, ya que vivía en Magallanes y no tenía forma de continuar aprendiendo. Hoy ya es estudiante Universitario y profesor en la academia de Dorian Lamotte. “La virtud de la academia online es el acceso a conocimientos a hora que lo desee el alumno”, puntualiza el antiguo discípulo, hoy maestro.

Neurociencia y arco: el poder del violín
Detrás de la épica hay fundamentos sólidos. Numerosos estudios en neurociencia han demostrado cómo tocar un instrumento mejora la memoria, la atención, la organización, el trabajo en equipo y la empatía.
«Como cualquiera disciplina, existen pasos e hitos; el tomar consciencia de ellos y adquirir nuevas competencias refuerza la autoconfianza, y genera estados de ánimo más positivos” asegura Dorian Lamotte, destacando que no es necesario querer seguir la carrera musical para nutrirse de los beneficios que el aprendizaje musical entrega.
El arte como derecho, no como lujo
En un país donde vivir del arte sigue siendo un desafío, la decisión de un músico con credenciales internacionales de asentarse y construir desde lo local tiene algo de gesto quijotesco. Su academia no depende de subvenciones ni de estructuras tradicionale: se financia con matrículas y ha entregado becas a estudiantes de mérito o necesidad.
Todo el material es de acceso libre. Es una vocación antes que una profesión, alimentado por “ofrecer una enseñanza de calidad a quien desee aprender el violín, cualquiera sea su lugar de residencia, sus habilidades, sus medios financieros, su ritmo y obligaciones de vida”, explica el violinista francés.

Lo que viene: una orquesta continental
Lamotte sueña en grande. Una app educativa, más becas, versiones en otros idiomas, cursos para otras disciplinas instrumentales. Pero también sueña con algo más íntimo: una red de artistas, desde el norte de México hasta Tierra del Fuego, que aprendan juntos, se acompañen, se
reconozcan.
“Imagino una gran orquesta latinoamericana formada por estudiantes de todos estos rincones, tocando en los lugares donde la Escuela ha hecho una diferencia. Y yo ahí, soplando las velas de mis 50, escuchando cómo suena ese sueño hecho música», dice el artista.
Radiografía de la Lamotte Violin School
Año de creación 2017
Plataforma educativa Lanzada en 2024
Tutoriales online 400+
Horas de contenido 300+
Estudiantes totales +120
Estudiantes activos (2025) 23
Idiomas : Español, francés, inglés
Países: 15 (América, Europa, Oceanía)
Docentes activos 6
Becas entregadas 1 por año (autofinanciadas)
Visualizaciones en YouTube +170.000
Crédito imágenes: Cedidas por Dorian Lamotte