Date por enterado: Según estudio, «pelar» mejora tu salud social y emocional

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Pese a que sociabilizar ciertas opiniones acerca de otros, no es particularmente bien visto, la ciencia parece garantizar esa usual costumbre de hacer «catarsis» que no muchos suelen asumir públicamente, aunque el impulso a veces pueda resultar irrefrenable…

Convengamos que, independientemente de la envergadura del «pelambre», entregarse a esta costumbre no es algo de lo que una persona pueda sentirse especialmente orgullosa. Sin embargo, un estudio, publicado por la conocida revista PNAS, evidencia que hacerlo al menos genería algunos réditos.

No para quien inspira esta particular interacción, pero sí para quienes terminan arrojándose a esta suerte de desahogo.

De acuerdo a la publicación citada, un ejercicio probatorio simuló comunidades en la que sus integrantes tenían la posibilidad de «compartir información sobre otros», ser colaborativos o egoístas. Pues bien, los hallazgos no dejaron de sorprender, dado que sobre el 90% de los participantes optó por la primera alternativa. De hecho, se pudo constatar que interacción generó niveles más altos de cooperación e vínculos más sólidos al interior del grupo.

No cualquier chisme «sirve»

El equipo de la Universidad de stanford, a cargo de este experimento, detalla Qué pasa, reveló que compartir información acerca de otras personas, además de contribuir a evitar relaciones dañinas, fortalece las habilidades sociales.

Bajo ciertos márgenes. Esto quiere decir que quienes comparten chismes de manera activa, siempre en dentro de contextos éticos que no consideren la difamación de alguien, logran desarrollar una mayor sensibilidad hacia los sentimientos de los demás. Adicionalmente, tienen la capacidad de leer dinámicas sociales, tomar decisiones interpersonales acertadas y generar reacciones empáticas.

Incluso, esta «práctica» que parece bastante extendida socialmente, mejora la salud fomentando la inteligencia social. Esta habilidad, vinculada al entendimiento y gestión de las relaciones humanas, se logra potenciar cuando alguien participa activamente en diálogos donde se analizan comportamientos y consecuencias sociales.

Mediante el poco apreciado «pelambre», de hecho, las personas logran afinar su capacidad para identificar patrones de conducta, evaluar riesgos emocionales y, en definitiva, discriminar a la hora de decidir con quién interactuar.

Ello, dado que la inteligencia social no se caracteriza por ser un rasgo establecido, por lo que darse el tiempo para involucrarse en este tipo de conversaciones, que suelen generar gran interés, puede operar como una suerte de permanente entrenamiento.

Crédito imagen referencial: «Friends»

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