La palabra bro nació como un apócope de brother (“hermano” en inglés). Al comienzo era solo un apelativo amistoso entre hombres jóvenes en Estados Unidos, pero con el tiempo fue mutando en un concepto cultural. Hoy, cuando hablamos de “cultura bro”, nos referimos a un estilo de masculinidad que se define por la camaradería masculina, la competitividad excesiva, el culto al cuerpo y la fiesta, y muchas veces por un aire de arrogancia y exclusión hacia quienes no encajan en esos códigos.
La cultura bro se consolidó en fraternidades universitarias estadounidenses y rápidamente se extendió a espacios laborales y sociales, sobre todo en rubros como las finanzas, la tecnología y el deporte. El periodista David Burstein, en un reportaje sobre Silicon Valley, describía a los “tech bros” como hombres jóvenes con gran capital económico, pero con un estilo inmaduro y autosuficiente que reforzaba ambientes cerrados, competitivos y poco diversos.
Rasgos característicos de la cultura bro
Aunque puede variar según el contexto (no es lo mismo un bro universitario que un “finance bro” de Wall Street), hay ciertos rasgos que se repiten:
- El código de la camaradería: el bro code implica lealtad incondicional a la “manada”. Lo que se hace entre bros queda entre bros. Esto puede sonar divertido, pero también crea dinámicas de silencio frente a comportamientos cuestionables.
- Competitividad como motor: desde los deportes hasta el trabajo, el bro busca destacarse, y el éxito se mide en logros visibles: dinero, estatus, cuerpos musculosos, conquistas amorosas.
- Fiesta y excesos: la cultura bro suele vincularse con consumo de alcohol, vida nocturna intensa y una visión hedonista de la juventud prolongada.
- Exclusión disfrazada de humor: chistes pesados, bromas internas, lenguaje sexista o clasista forman parte del ambiente. Lo que para los bros es “broma”, para otros puede sentirse como un espacio hostil.
- Estética y consumo: desde el look deportivo con gorra hacia atrás, hasta la obsesión por marcas de lujo discretas, hay un código visual que identifica a esta tribu. En su versión tecnológica, hablamos del típico joven con polera básica, zapatillas blancas y notebook en mano.

Versiones del bro según el contexto
El término se ha diversificado y hoy encontramos “subespecies” de bros en distintos entornos:
- College bro: el universitario que vive para la fraternidad, la cerveza en vaso plástico y el deporte universitario.
- Finance bro: trajeado, con corbata suelta y obsesión por el rendimiento económico. Aparece en memes como la caricatura del “Wall Street bro”.
- Tech bro: propio de Silicon Valley, con discurso innovador, pero actitudes excluyentes. Se le critica por reproducir entornos laborales tóxicos en la industria tecnológica.
- Gym bro: enfocado en el culto al cuerpo, proteína en polvo y largas horas en el gimnasio.
- Crypto bro: surgido en la última década, ligado al mundo de las criptomonedas, promotor de inversiones rápidas y promesas de libertad financiera.
Críticas y controversias
La cultura bro ha sido objeto de múltiples críticas, en parte porque refuerza estereotipos de masculinidad que dejan poco espacio a la vulnerabilidad o la diversidad.
- Exclusión de mujeres y minorías: en ambientes dominados por bros, quienes no comparten ese código suelen quedar marginados. Diversos artículos en The Guardian y Vogue han señalado cómo estos espacios se convierten en “clubes de chicos” que limitan la participación femenina o de personas LGTBQ+.
- Tolerancia al sexismo y al racismo: bajo la excusa del “humor de bros”, se han normalizado comentarios sexistas o discriminatorios. Investigaciones periodísticas sobre fraternidades universitarias han documentado este problema por décadas.
- Falta de madurez emocional: críticos culturales como Ed Newton-Rex apuntan que la cultura bro fomenta una superficialidad emocional. Se celebra el logro externo, pero se reprime la vulnerabilidad o la autocrítica.
- Impacto en el mundo laboral: la “bro culture” empresarial ha sido denunciada en compañías tecnológicas y financieras. Ex trabajadoras de firmas como Uber o Google relataron cómo ese ambiente hacía difícil crecer profesionalmente sin soportar chistes machistas o reuniones sociales excluyentes.
La fascinación (y parodia) de la cultura bro
Pese a las críticas, la cultura bro también se volvió un fenómeno pop. Películas como 21 & Over o Project X caricaturizaron al college bro; series como Silicon Valley hicieron lo mismo con los tech bros; e incluso en TikTok abundan parodias del “gym bro” obsesionado con las proteínas.
Esa doble lectura —entre crítica y humor— explica por qué el término se popularizó tanto: el bro es un personaje reconocible, exagerado, que genera rechazo pero también risa.

¿Hacia dónde va esta cultura?
En los últimos años, el término bro ha empezado a perder parte de su aura positiva. Lo que en los 2000 podía sonar a camaradería hoy suele usarse en tono irónico. Incluso algunos analistas culturales, como los entrevistados por The Atlantic, afirman que la cultura bro está en “declive” porque las nuevas generaciones valoran más la autenticidad, la diversidad y la vulnerabilidad masculina.
Sin embargo, no desaparece del todo. El “crypto bro” o el “finance bro” siguen siendo parte del paisaje, y en redes sociales los estereotipos del bro se actualizan cada cierto tiempo.
La cultura bro es más que una moda: es una manera de entender la masculinidad que marcó una época, desde las fraternidades universitarias hasta las oficinas de tecnología y finanzas. Aunque se la critica por ser excluyente, machista y superficial, su persistencia muestra que aún tiene un espacio en la sociedad contemporánea, sobre todo en ambientes donde la homogeneidad masculina sigue dominando.
Lo interesante hoy no es solo observar cómo se ríen de los bros en películas o TikTok, sino preguntarse qué queremos conservar de esa idea de camaradería y qué necesitamos transformar. Porque, en definitiva, un mundo menos “bro” y más diverso no significa menos diversión: significa más espacio para que todos participemos de la fiesta.