La tradición del volantín es parte de nuestra cultura nacional, la que se tributa en septiembre, mes en que el espíritu chileno se expresa en toda su magnitud, siendo este juego criollo un básico que nos acompaña hace muchísimos años.
Entre consolas y smarphones, el volantín parece perder terreno. Sin embargo, este sencillo juego es parte de los pasatiempos típicos de nuestro país, como lo son otras entretenciones criollas de las que parecemos ser más conscientes en esta época, cuando en Chile se aguarda con particular avidez la celebración del 18’, lo que muchas veces termina traduciéndose en prácticamente una semana en la que conmemoramos un aniversario más de Chile.
Y así como la rayuela, el emboque, el trompo y varios más, el volantín se impone cuando el viento sopla a favor para entregarse a esta práctica a la que, de ninguna manera debe apelarse usando hilo curado, que de hecho está sujeto a una normativa que prohíbe su comercialización a menores de edad , tal como lo detalla la Ley 20.700.
Pero más allá de ello el volantín, detalla la web masvolantines.cl, es un milenario juego tradicional, cuyo origen no está en nuestro territorio, sino en China. “Llega a Chile en el siglo XVIII, gracias a los sacerdotes misioneros llegados de Europa, especialmente monjes benedictinos”, establece el sitio que atribuye esta versión a algunos historiadores.
El caso es que una vez introducido en territorio nacional, el volantín no tardó en masificarse, tanto así que este rápidamente se popularizó entre niños, niñas y adultos. De hecho, hasta hace un par de décadas, esta era una entretención característica en los barrios chilenos, de la que bien saben quienes hoy se encuentran cercanos a los 50 años.
Parte de nuestra cultura, hasta hace unos años era muy común ver cómo cada año, entre agosto y septiembre, los niños junto a sus amigos, padres y otras personas, salían con su volantín a encumbrarlo en la calle, apostando por zonas donde el viento favoreciera esta desafiante actividad.
La disputa por el volantín que incluso llevó a prohibirlo
«Era tanta la pasión que provocaba este juego, que a veces se producían disputas por apuestas y peleas entre contrincantes, por lo que hubo una época de nuestra historia en que la práctica volantín estuvo prohibida», destaca el sitio.
Reanudada la actividad, esta mantuvo a sus aficionados, que en algunos sectores del país donde se preserva la tradición criolla, son cuantiosos. Porque elevar un volantín puede traducirse en toda una aventura se ve incentivada por los primeros vientos primaverales, contexto en que personas de todas las edades pueden volcarse a parques, cerros o canchas a encumbrar uno.
En recintos como el Parque Metropolitano en la capital, de hecho, era habitual encontrar vendedores de volantines con distintos diseños que apelaban a las tendencias predominantes de momentos específicos, por lo que algunos con superhéroes estampados, por ejemplo, era parte del universo volantinero, pero paralelamente encontrarse con la bandera chilena siendo protagonista de estos no deja de ser habitual.
Respecto de la época para entregarse a la pasión del volantín, esta nos remonta de inmediato a las Fiestas Patrias, “el mejor momento para disfrutar de esta centenaria actividad”, detalla la web citada.
Obviamente, transcurridas las décadas los estímulos para la entretención se fueron incrementando mientras la tecnología se encargaba de hacer lo suyo, lo que inevitablemente ha llevado a que algunas tradiciones parezcan perderse o hacerse menos masivas que antaño.
Lo que, sin embargo, no quiere decir que en pleno 2025, el volantín haya quedado en el pasado, sino más bien su práctica coexiste siendo particularmente apreciada en contextos específicos.

¿Cómo se puede armar un volantín?
Así lo advierte el folclorólogo Oreste Plath, seudónimo de César Octavio Müller Leiva, 1907-1996, y quien fue un escritor, investigador, profesor y folclorista chileno muy importante en el rescate y difusión de las tradiciones populares de Chile, quien en su publicación “Origen y folclor de los juegos en Chile”, detalla que el volantín se elabora a base de papel de seda de distintos colores.
Hablamos del tradicionalmente denominado, justamente, “papel de volantín”. Y en cuanto al armado de este sencillo y clásico insumo para la entretención, este considera también la utilización de dos varillas de caña liviana que no debieran sobrepasar los 5 milímetros de ancho.
Una en diagonal, mientras que la restante se posiciona en la forma de un arco “que corta la parte superior de la primera varilla”. En esta estructura se ponen los tradicionales tirantes de hilo, a los que luego se ata la carretilla que se usará para el encumbrado.
«En la parte inferior lleva una tira, la cola de papel o género que sirve de contrapeso, la cual debe tener un largo exacto para mantenerlo quieto, o bien para ponerlo ‘culebreador’”, se explica en la plataforma virtual dedicada al volantín.
Ahora bien, al encumbrar un volantín, en general no suele haber contacto con el resto de las personas que lo están haciendo en la misma zona en que uno se encuentra, lo que no impide que la actividad se traduzca en un juego que involucre a otros. Porque existen dinámicas tradicionales, como la conocida que habla de «echar comisiones», una suerte de competencia en el aire entre volantines que se propicia con el objetivo de cortar el hilo del volantín de quien en ese momento se ha transformado en un anónimo contrincante.
Lo que puede terminar con el “volantín rival” en el suelo como consecuencia del roce de los hilos. De esta manera, existe un volantín que queda libre o “cortao”, que no tiene dueño porque desde el aire retorna a la superficie desplazándose mientras puede incluso ser perseguido por niños y adultos para hacerse de él.
Pudiendo incluso reutilizarse en caso de que al caer no haya sufrido averías.

¿Dónde es peligroso encumbrar un volantín?
La normativa vigente, sin embargo, puso serias restricciones al uso de “hilo curado”, dado que su elaboración consideraba la inclusión de material altamente peligroso para su manipulación, lo que ha quedado documentado a través de cuantiosos y hasta muy graves accidentes causados por este uso. De hecho, muchos se han resistido a dejar de usar este insumo, ya que para derribar a un volantín rival, era de gran utilidad.
En general plazas, cerros y otro tipo de zonas abiertas son las favoritas para entregarse a la práctica de este juego tan chileno, pero existen algunas que pueden ser peligrosas.
Tanto así que el 2024, desde el Gobierno, hicieron un llamado de atención relevando las áreas más riesgosas para hacerlo, contexto en el que se oficializó una nómina de sectores con una mayoría “a un costado de autopistas”.
Siendo así, el llamado reiterado de la autoridad es siempre a la prevención.
Según esta, los 38 puntos críticos para elevar volantines en Santiago son:
Vespucio Norte
- El Salto
- Recoleta
- Nudo Quilicura
- Guanaco
- Enea
- Pedro Fontova
- San Pablo
- Independencia
Autopista Central
- Paso Inferior Cardenal Caro
- Pasarela El Trabajo
- Puente Mayor Río Mapocho
- Paso Inferior Domingo Santa María
- Departamental / Lo Espejo
- Paso Inferior FF.CC.
- Pasarela Puerto Montt
- General Velásquez con Vespucio Sur
- Paso Superior Lo Espejo
- Pasarela Perú
- Paso Superior Puerta del Sur
- Parque Industrial Soprole
- Catemito Oriente
- Parque Chena Puente Maipo
Vespucio Sur
- Parque La Bandera
Ruta 78
- Lo Errázuriz
- Rinconada
- Paso inferior El Rosal
- Enlace Américo Vespucio
- Chiñihue
- Sector Aeródromo Melipilla
Costanera Norte
- Enlace Petersen
- Enlace Dorsal
- Enlace Carrascal
Ruta 68
- Teniente Cruz
- Serrano
- Cementerio
Autopista Vespucio Oriente I
- La Pirámide
- Puente Centenario
Crédito imágenes: TVN